Lo suyo como director de cine comenzó por pura afición. Paco León tenía el reto de superar sus anteriores trabajos. Y es que Carmina, su madre, era mucha Carmina. Para su última gran producción, el sevillano se ha sabido rodear de un buen puñado de actores y actrices que combinan en sintonía en una película coral con un punto común entre todos sus protagonistas: unas filias sexuales muy raras. O quizá no tanto. 

Natalia de Molina y Alex García dan comienzo a la cinta con una relación joven, en plena forma, en la que Natalia (Paco León ha decidido mantener el nombre original a todos sus protagonistas) oculta a Alex sus extrañas filias sexuales que le vienen de familia y se remontan a su abuela. Ambos actores conectan, son cómplices, se entienden delante de la cámara y desprenden pasión y amor efervescente por todas partes.

Todo lo contrario que Paco León y Ana Katz, una pareja que en el comienzo de la madurez de su relación y tras el nacimiento de su hija, sienten la necesidad de acudir a terapia para gestionar su falta de apetito sexual. Ana destaca con un agudo humor argentino en contraposición con el espontáneo Paco León que recupera su faceta cómica más plana en un personaje similar a los registros en los que estamos acostumbrado a verle.

Y entre medias de ambos, Belén Cuesta. La actriz interpreta a una joven lesbiana que no atraviesa por su mejor momento sentimental. Una sobresaliente interpretación en un papel en el que se mueve sin problemas. Quizás la más efectiva de todos los protagonistas.  Llana, cercana y convincente; con ella sobran motivos para reírse durante toda la película. De ella y sus proyectos ya te hablamos en #Comparte.

Candela Peña y Luis Callejo compactan bien en la representación de una vulgar pareja de feriantes que buscan desesperados tener un hijo al que criar en la caravana en la que viven. Candela no logra llegar al orgasmo en sus relaciones y es entonces cuando descubre una oculta y extraña filia sexual: el morbo por las personas que lloran. Esto desata una cadena de surrealistas situaciones en las que la actriz demuestra el potencial al que ya nos tiene acostumbrados. Luis Callejo no desentona pese a ser un registro tosco, agresivo en el que suele situarse con frecuencia.

En contraste, un cirujano de clase alta y su mujer atraviesan una fuerte crisis matrimonial en la que ambos se encuentras en puntos muy distantes. La pareja que más sorprende del filme está formada por Mari Paz Sagayo (‘Allí abajo’) y Luis Bermejo. Una relato más amargo que difiere del resto de historias en el que el humor aflora en los puntos de mayor tensión ambiental.

Mención aparte merece Maite Sandoval, la compañera de trabajo del cirujano protagonista de la anterior pareja. En plena consulta, la actriz protagoniza un speech insólito en tono sarcástico sobre las aficiones de su hija adolescente. Uno de los actos mejor conseguidos y que más risas consigue arrancar al público.

Por su parte, Alexandra Jiménez despunta con un personaje introvertido con atípicos comportamientos y una chocante personalidad a la que espectador termina por coger una inexplicable ternura. Junto a David Mora protagoniza una de las escenas más notables y divertidas de la película.

Una factura colorida, amorosa, entretenida, viva y pasional. Un elenco a la altura de un guión resuelto, eficaz, explícito y elegante al mismo tiempo. Un cuadro en movimiento de nuestras más bajas pasiones. De la sala de cine uno sale con ganas de amar, de quererlo todo sin tapujos ni prejuicios. Y es que no hay nada mejor que un buen kiki o, en este caso, una buena película. ¡Vayan a verla!

Por Pablo Collantes (Síguelo en Twitter en @pablovaliant)