Para ser buen periodista, dicen, hace falta contar con una buena dosis innata de vocación. Vocación sinónimo de resignación. Obligados a canalizar el deseo por conseguir un futuro estable a corto plazo. Aletargando nuestras aspiraciones a sabiendas de que, antes si quiera de tener la oportunidad de formar parte del negocio, tendremos que pasar por el aro de todo aquel que vea en nosotros carne fresca a la que instruir. Y entonces, a eso, lo llamamos aprendizaje. Aunque lo cierto es que la línea que divide el aprendizaje del ‘trabajo gratis’ es tan fina como la hoja de un periódico.
En las últimas semanas, los medios parecen haber descubierto la pólvora: becarios en estrellas Michelin que trabajan por amor al arte. El arte de picar cebolla, de servir copas, de limpiar vajillas y de cargar cajas para llenar almacenes. No es más que un secreto a voces. «Se asume como un trámite para acceder a un puesto mejor», admite un stagier. Trámites que en el mejor de los casos duran entre 6 meses y 2 años. De ahí, surge la oportunidad de acceder a un cargo raso con un sueldo base que oscila entre los 800 y los 1.000 euros en el mejor de los casos. Con una jornada laboral que abarca de media unas 13 horas a turno partido. A cuenta rápida, la hora sale a 4 euros. Chollazo.
Pese al alarmismo de las últimas semanas, trabajar gratis a costa de aprender no es más que el preludio de lo que vendrá. La hostelería es uno de los sectores que más factura al año, mientras que los sueldos son un 40% más bajos que la media estatal. La ausencia, en muchos casos, de una regulación más estricta, ha creado un limbo legal en el que los contratos basura son tendencia. La raíz del problema no está en dejarse la piel durante unos meses para conseguir un certificado firmado por ese cocinero del que todo el mundo habla. La realidad impacta después. La precariedad laboral golpea las aspiraciones de cientos de trabajadores que chapotean en las cloacas de la alta cocina. Ahora el hedor sube por las paredes y lo notamos todos. Cuestión de tiempo es que nos acostumbremos a él.