Justo en el momento en el que Carmen, cofrade acérrima, está a punto de convertirse en la hermana mayor de su hermandad, un cambio de última hora en las votaciones le otorga el poder a Ignacio. Y de nuevo, un hombre. Carmen decide, prácticamente por accidente, emprender su propia venganza para que se haga justicia. Marta Díaz de Lope debuta detrás de la cámara con una comedia de enredos que sirve de trasfondo para poner sobre la mesa el empoderamiento femenino.

Un elenco coral de mujeres, capitaneado por Gloria Muñoz en el papel de Carmen, que desafían los estereotipos establecidos. Pastillas, torrijas, su hija, la nieta y la vecina. Carmen tiene medio pueblo en casa, la otra mitad en la calle y todos la necesitan. Pero ella solo quiere que las cosas cambien.

Durante el primer tramo del metraje, la comedia avanza entre la cotidianidad de las situaciones que enfrentan sus personajes. A medida que la trama va complicándose, cada personaje actúa como contrapunto de otro, hasta que todo acaba poniéndose en el lugar al que cada una de ellas aspira.

Carmen Flores y Pepa Aniorte sirven de resorte, formando una peculiar pareja cómica que llena de gags el metraje hasta hacer reír a carcajadas al espectador.

En el fondo, la cinta aborda la cuestión de género en un ámbito tan patriarcal como el de la Semana Santa. «Lo importante no es el largo de la falda, lo importante es que seguimos unas normas impuestas por hombres y la falda la llevamos nosotras», proclama Carmen.

La ópera prima de Marta Díaz de Lope juega con acierto con el humor en situaciones cotidianas del día a día en las que el machismo, a veces, pasa desapercibido. Convincente por su historia, la idea de la película se sostiene en escenarios reales, como la parroquia de Ronda (Málaga), y en un plató en el que cada detalle, cada plano y cada objeto aportan esa riqueza visual necesaria para meterse en la piel de sus protagonistas.

Un conjunto que rema en una misma dirección. El resultado es una comedia fresca, con opción a llevarse alguna biznaga en el Festival de Málaga, en la que sus actrices están, sin artificios, en estado de gracia.