‘Los universos paralelos’: Aprender a vivir con el dolor

La ficción suele crear universos paralelos sombríos. Realidades relativamente independientes dominadas por la oscuridad y la tiranía de criaturas monstruosas. Un clásico tinte que perdura en nuestros días. En el teatro las tornas han cambiado. Bajo la dirección de David Serrano y a partir de un texto del estadounidense David Lindsay-Abaire, ‘Los universos paralelos’ concede a sus personajes una esperanzadora alternativa al dolor, alejada de la monstruosa realidad.

El pasado sábado 22 de abril, el elenco al completo pisó las tablas de un Cervantes con la mayoría de localidades vendidas. Una familia lucha contra sus propias sombras. Dani, el pequeño hijo de Patricia y Alberto ha muerto. Malena Alterio interpreta a una madre desgarrada por la tragedia y por los recuerdos. Será precisamente ella quien encuentre alivio en los universos paralelos, una realidad alejada de su pérdida como antídoto a la angustia y el daño. Daniel Grao se mete en la piel de su marido, quien sufre más en silencio y busca fortalecer la frágil relación que ha quedado tras el adiós de su hijo. El tiempo avanzará y acabará por desnudar su dolor bajo la sobresaliente actuación de Grao. Alterio muestra un papel uniforme, atormentado, que se desdibuja a medida que avanza la hora y media que dura la obra. Sin evolución, su dolor en una constante que pesa sobre el espectador. El peso dramático recae en ellos.

Belén Cuesta da vida a la alocada hermana pequeña de Patricia. Un personaje con sus propias penumbras, que aporta la vis cómica del texto. Un punto mucho más humano, movido por los sentimientos. Cuesta, que admitió en su entrevista a #Comparte estar satisfecha con interpretar un drama, sobresale en sus escenas por su potente fuerza escénica. Carmen Balagué luce en estado de gracia demostrando la madurez de un personaje con una dulce ingenuidad que evoca ternura. El papel difícil, el de la culpa, recae en Itzan Escamilla, que se estrena en el teatro con un texto modesto. Es precisamente una de sus intervenciones la que dota de sentido a la obra. En su encuentro con Patricia (Malena Alterio) ayuda a la madre a encontrar consuelo en la creencia de que existen universos paralelos en los que nuestra vida es más fácil, menos dolorosa. Y es que el dolor no desaparece, se transforma. Nos transforma. 

Y de él nace la fuerza.

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