En un mundo en el que los focos apuntan siempre a las grandes estrellas, es muy complicado mostrarse al gran público. Por cada macroproducción con miles de personas detrás existen cientos de proyectos menores gestionados por un grupo muy pequeño de personas que se encargan de todo. Los zapatos no vuelan viene a mostrar esta realidad centrándose en el mundo de la música. Esta película documental es la demostración de todo el trabajo y, en ocasiones, de los sacrificios que han de hacerse al ser músico independiente. A través de conversaciones con los integrantes de grupos como Garaje Jack, L.A. o Sex Museum entre otros, somos testigos de las verdades que se ocultan en la «cara B» de la industria musical en España. Lejos de mostrar un universo desesperanzador, el documental consigue transmitir los sentimientos de personas unidas por un mismo objetivo: dedicarse a la música. En palabras de su director, Paco Gené Cort, quien hemos tenido la oportunidad de entrevistar: «Habla de músicos, no de música».
¿Cómo nace la idea de Los Zapatos No Vuelan?
R: La idea nace un poco por el interés que muestra uno desde que tiene 13 o14 años. De tener amigos que tienen grupos y locales empiezas a tocar, a estar con ellos, a hablar sobre los grupos que les gustan, las giras, acompañarles a conciertos, a grabar… Y poco a poco uno empieza a encontrar lo que le va gustando, hacia donde van tirando sus intereses y sus gustos. En mi caso el tema fue sobre todo la música. Con el paso de los años a base de leer revistas, webs y libros… A base de todo esto empiezas a decir: «esta gente tiene una historia» y te vas dando cuenta de que esta gente, los músicos, tienen un objetivo en común: intentar vivir de la música, sacar discos… Con el tiempo vas conociendo alguna de estas personas que está intentando sobrevivir y entiendes que es más complicado de lo que la gente se cree. Se piensa que es solamente subir al escenario, tocar e irte a casa con 3000 euros, lo que no ocurre prácticamente en ninguno de los casos. La inmensa mayoría son pluriempleados. Y un día vi la noticia de que Le Punk se separaba y daban un concierto de reencuentro, que volvían a juntarse solo para esa cita. Y de pronto saltó la chispa: Joder, esta gente siempre han tenido una muy buena historia. Y nos fuimos a grabar con la inocencia de simplemente filmar el concierto, un poquito de camerinos y tal… sin grabar entrevistas, estando con ellos y a ver que salía de ahí. Al poco volví a ver que Sex Museum retomaba sus viejos discos en una serie de conciertos, al igual que Garaje Jack, que se metían a grabar su nuevo disco. Ahí empecé a ver que había una historia, y que merecía ser contada. También gente como Viaje a 800 que daban su último concierto o Crudo Pimento, que tienen discos maravillosos pero trabajan cada uno en su profesión y al mismo tiempo tienen que coger el coche los fines de semana y girar prácticamente por el país entero. Poco a poco, así salió esta historia.
Hablando sobre la parte audiovisual, ¿cómo ha sido el proceso de grabar el documental?
R: Fácil y complicado al mismo tiempo. Fácil porque las nuevas tecnologías te permiten acceder a unas cámaras con determinada calidad. Es cuestión de tener un grupo de amigos y en tiempos libres dedicarnos a esto. Y difícil por eso mismo. Siempre cuento esta anécdota: volvíamos un sábado a la 1 de la mañana del concierto de Sex Museum después de llevar todo el día trabajando y cargando todo el material de grabación. Bajando la gran vía nos cruzamos con un grupo de chavales borrachos que estaban de fiesta. Nos miramos y dijimos: o somos gilipollas o es que nos gusta mucho esto. Seguramente fue la segunda opción.
En Los Zapatos No Vuelan, podemos escuchar la definición que Fernando Pardo daba su definición de «obrero del rock». ¿Qué es para ti un obrero del rock?
Un obrero del rock es una persona que se dedica al mundo de la música, cuida el acabado final de su producción y que respeta mucho a su público, porque en gran parte son fans, y adquieren esa perspectiva desde el escenario. En el fondo es una persona que se lo curra mucho: desde la portada, las canciones , la distribución, la actitud en los conciertos, el respeto a su público… Aquel que se lo curra desde abajo tiene tanto respeto a la persona que está viéndole que intenta transmitir lo que él quiere sentir que tu sientas. Yo quiero que esa persona flipe con mi concierto, y para ello tengo que dar mi máximo.
Hay miles de documentales de grandes bandas, pero documentales como ‘Los zapatos no vuelan’ no son muy comunes. ¿Crees que es necesario para que la gente vea que hay música y por consiguiente músicos más allá de las superventas y el rock de estadio?
R: Sí. En un primer momento no nos planteamos hacer el documental como una sucesión de videoclips en directo, nos planteamos el documental como una sucesión de historias. Nos interesan las historias, no es una película que habla de música, sino de músicos. Hoy en día puedes encontrar conciertos y videoclips por todos lados, en DVD’s, en Youtube, etc. pero lo que no hay tanto son conversaciones con los músicos y sobre todo hablar de una forma como la que hemos hablado, en la que hemos sacado al músico fuera del camerino, fuera de su concierto. Una de las razones por la que hemos tardado tanto en rodar el documental es porque hemos pillado a los artistas fuera del camerino. Hemos intentado llevárnoslos a un parque dos semanas después del concierto, humanizarles y que hablen tranquilamente porque si les coges para que hablen el día del concierto son los más chulos y están a tope, pero si les cogemos fuera del día del concierto ves que son personas como cualquiera. Lo que pasa es que en vez de dedicarse a cualquier oficio que no está relacionado con la música, son músicos. Hay que comprender que es un oficio.
Las bandas y los músicos que aparecen en el documental, además de ser muy buenos en lo suyo, tienen carreras de más de 10 años, pero ¿qué crees que les falta para tener la popularidad que gozan las leyendas del rock de nuestro país? ¿Puede ser falta de apoyo mediático?
R: Hay falta de apoyo, claro. El programa ‘Cachitos de hierro y cromo’ dentro de 15 años no tendrá material actual más allá de ‘Los Conciertos de Radio 3’, que son maravillosos. Aparte de Radio 3 no existe nadie más, tienes que irte a radios online o radios más locales que promuevan la música. A nivel institucional todo es radiofórmula, que tiene que existir, pero también tiene que haber sitios donde den cabida a grupos más pequeños. La música no importa. Hoy en día estamos en un mundo muy banal en el que a la gente no le importa la música y todo es de usar y tirar. Si tú consumes un disco te tienes que comprar o descargar otro al mismo tiempo, con lo cual no existe la cultura de la música. Yo creo que tampoco ha existido nunca, hubo un pequeño boom en los 90’s con el grunge pero fue un pequeño oasis.
¿Cómo han cambiado las redes sociales la forma de escuchar y distribuir música?
R: Estas herramientas bien usadas, funcionan. Mal usadas, son una mierda. Si se usan las redes sociales para promocionarte, para que te escuchen… perfecto. Si lo usas para decir que eres el más guay o que tienes tantos miles de ventas… Yo opino que en el mundo de la música esto no funciona así. Funciona para que la gente se siga y, sobre todo, te conozca. Mucha gente conoce grupos gracias redes sociales. Hay que adaptarse al mundo. Antiguamente te bajabas el kiosko y pillabas la Guía del Ocio o a cualquier garito y cogías los fanzines. Hoy en día en cualquier sitio con el móvil puedes consultar lo que sea a golpe de click.
Para terminar, algo que quieras añadir sobre Los Zapatos no Vuelan.
R: Vayan al cine, a ser posible en una butaca a oscuras y no se la descarguen por internet [risas].
Por Álvaro González.