Hace unos días vi un vídeo que, como tantos otros, se hizo viral en pocos minutos. En él se veía a un padre con su hijo de unos seis años durante un concierto de Coldplay y el pequeño se emocionaba hasta el punto de llorar cuando suena “Fix You”, uno de los grandes éxitos de la banda británica. La descripción del vídeo explicaba que, como el niño era autista, era imposible no llorar al ver la reacción que la música provocaba en él. Aunque al leer esto uno ya va prevenido y cree que no será para tanto, he de reconocer que alguna lágrima se me escapó. No fue tanto por ver al pequeño con autismo llorando, sino porque mientras avanzaba el vídeo yo iba pensando en el poder social y curativo que puede llegar a tener la música.
La música está presente en nuestras vidas en mayor o menor medida, pero está claro que ocupa un lugar en nosotros ya sea para aislarnos de los problemas, como trabajo o como mero entretenimiento. En los peores acontecimientos de la historia reciente la música ha jugado un importante papel solidarizándose con las causas que han sacudido al mundo entero. Por poner algún ejemplo, todos hemos escuchado (o deberíamos haberlo hecho) el ‘Concert for Bangladesh’ de George Harrison y Ravi Shankar, un álbum que recopila los dos conciertos que ofrecieron el ex-Beatle, el músico indio y numerosos invitados, como Eric Clapton o Bob Dylan, para recaudar fondos tras el genocidio que siguió a la Guerra de Liberación de Bangladesh. También recordamos la fuerza con la que sonó “The Sound of Silence” de Simon & Garfunkel recordando a las víctimas del 11-S. O el concierto que se llevó a cabo como respuesta a los destrozos que causó el huracán Sandy en Estados Unidos, que contó con la participación de The Rolling Stones, The Who o Bruce Springsteen, entre otros.
En la actualidad, la catástrofe social que ocupa páginas y páginas de los periódicos e informativos europeos es el gran drama de los refugiados. Cientos de miles de personas tratan de huir de los terribles actos de guerra y terrorismo que están destrozando Siria y Oriente Medio. Y los países que forman la Unión Europea, en lugar de acoger y dar asilo a estas personas que sólo quieren huir del horror que invade sus hogares, no hacen más que ponerles más trabas, por si no tuviesen ya suficiente. En vistas de que poco podemos esperar de los gobiernos en lo que a este asunto respecta, varias organizaciones se han puesto al servicio de quien quiera aportar una ayuda para los refugiados. Y aquí es donde entra la música. Los días 27 y 28 de abril tendrán lugar dos conciertos en la sala madrileña El Sol que servirán para recaudar fondos que irán destinados a las organizaciones encargadas de proteger a los inmigrantes sirios y favorecer su entrada en nuestro país. Los protagonistas de estas dos noches serán, por un lado (día 27), Pancho Varona, Davile Matellán, Sidecars o Izal, y por otro (día 28), Virginia Maestro, Quique González, Morgan, Miss Caffeina y muchos más artistas que se han sumado a esta causa benéfica.
Si con esta iniciativa podemos ayudar personas que nos necesitan, pongamos de nuestra parte y que la música haga el resto.